“Vivimos una deriva muy peligrosa”, alerta el secretario general de la Alianza de Civilizaciones, que acaba de lanzar la iniciativa ‘Un grito por la paz’ como contrapunto al ardor guerrero que amenaza al planeta
Publicación original en medios de comunicación españoles de Aristóteles Moreno
El último Índice de Paz Global, fechado en junio de 2024, arrojó un dato demoledor. El planeta registra hoy 56 conflictos violentos activos, la cifra más alta desde el final de la II Guerra Mundial. Pero hay más: entre 1949 y 2018, el gasto militar global se triplicó, al pasar de 500.000 millones de dólares a 1,7 billones. Quiere decirse que el incremento exponencial de armamento no garantizó la seguridad del planeta. Todo lo contrario: multiplicó por tres el número de guerras.
El 4 de marzo pasado, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von Der Leyen, convocó a los periodistas destacados en Bruselas. Y en una breve alocución, anunció que la UE estaba dispuesta a gastar nada menos que 800.000 millones de euros en rearme militar. La invasión de Ucrania y el giro copernicano de Donald Trump en política exterior abría, a ojos de la máxima responsable de la UE, un nuevo e inquietante horizonte global. “Estamos en una era de rearme”, declaró sin rodeos.
Hoy la teoría de la disuasión militar atraviesa el planeta de punta a cabo. Y es, en ese contexto belicista, donde Miguel Ángel Moratinos, ex ministro español y alto representante de la Alianza de Civilizaciones, ha lanzado su Grito por la paz para remover la conciencia planetaria. La primera estación de su iniciativa tuvo lugar el pasado 25 y 26 de abril en un enclave cargado de simbología histórica: Gernika. La ciudad vasca sufrió en 1937 un cruento bombardeo italoalemán sobre la población civil, inmortalizado años después por Picasso en un cuadro que hoy ya es el icono universal del horror de la guerra.
Bajo el título genérico de Un grito por la paz, el fin de las guerras y el respeto al derecho internacional, representantes de organizaciones civiles, líderes religiosos y personalidades de la escena internacional reflexionaron durante dos días sobre la urgencia planetaria de frenar la escalada belicista y regresar a la senda de la resolución pacífica y dialogada de los conflictos.
“Tenemos que recupera el espíritu de Córdoba”, ha declarado Moratinos a la Red de Medinas en una breve entrevista online desde su despacho en la sede de la ONU en Nueva York. “Espero que los cordobeses y las cordobesas sigan gozando de esa filosofía del respeto mutuo, como aquellas tres religiones que convivieron y se dedicaron a la ciencia y al bienestar de los suyos”, señaló en relación a la civilización de Al Andalus, convertida siglos después en paradigma universal del diálogo y la pacífica coexistencia.
“Ha llegado el momento de iniciar un nuevo camino de movilización colectiva internacional en favor del fin de las guerras”, señaló Moratinos, alto representante de la Alianza de Civilizaciones desde 2019, en sustitución de Jorge Sampaio, que dirigió el organismo internacional asociado a la ONU desde su fundación en 2007. Fue el expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero quien propuso la creación de la Alianza de Civilizaciones como instrumento diplomático para buscar canales de diálogo entre Occidente y el mundo islámico, cuyas relaciones se vieron duramente sacudidas tras los atentados terroristas contra las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001.
Moratinos asegura observar con enorme preocupación “una deriva muy peligrosa hacia el militarismo” y el abandono de las vías diplomáticas para encauzar los conflictos territoriales que perturban la estabilidad mundial. El alto dirigente de la ONU lamenta que los “denominados países civilizados” hayan decidido en los últimos meses apostar por la “opción militar” y reforzar el gasto en defensa, en abierta contradicción con la política pactista en que se fundó la Europa de la posguerra.
“No estoy en contra de que la UE busque su propia capacidad de defensa y seguridad”, argumenta el ex ministro de Exteriores español. “Pero la pregunta esencial es para qué”. En opinión de Moratinos, lo primero es definir la política exterior de la Unión Europea. Y, a su juicio, ese es el principal déficit del continente. “Tenemos el carro lleno de armas y de capacidades militares, pero no sabemos para qué”, se pregunta. “La UE en estos últimos años está ausente del tablero diplomático y vamos a remolque de lo que hagan otros”, asegura en inequívoca referencia a EEUU.
La iniciativa internacional ha sido copatrocinada por la organización Religions For Peace, cuyo secretario general, Francis Kuria, también asistió al foro de Gernika. De hecho, una de las mesas de debate se centró en el diálogo interreligioso, que contó con representantes de las comunidades católica, musulmana y judía. La Fundación las Fuentes participó igualmente en las jornadas a través de su presidenta, Isabel Romero, que intervino en un coloquio sobre el papel de la mujer en la promoción de la paz.
El acto de Gernika fue inaugurado por el alcalde de la ciudad vasca, José Mari Garroño. A lo largo de la jornada tomaron la palabra Ibone Bengoetxea, vicelehendakari; María Jesús San José, consejera de Justicia del Gobierno vasco; Ahmed Gurbanov, viceministro de Exteriores de Turkmenistán; el gran muftí del Cáucaso, Sheikh Ul Islam Allahshukur; el encargado de negocios de la Nunciatura Apostólica en España y Andorra, Roman Walczak; y varios expertos y personalidades de la cultura.
Moratinos se muestra abiertamente crítico con la ecuación más desarme=más seguridad, aceptada hoy mayoritariamente por los dirigentes de Europa y EEUU. “Ha sido la gran trampa del siglo XXI”, afirma. El atentado de las Torres Gemelas y el terrorismo islamista desencadenó a principios del milenio el pánico en las cancillerías mundiales y se “optó por una agenda de seguridad”, reflexiona el alto representante de la Alianza de Civilizaciones. “Y ahí hemos entrado en una deriva que se ha ido infiltrando en todos los análisis y estrategias del mundo occidental, donde lo que prevalece es la seguridad. Todo se hace para garantizar la seguridad. Y la seguridad es algo que no se puede alcanzar”, proclama Moratinos. Esa es la espiral que está desencadenando, bajo su prisma, la escalada militarista con consecuencias imprevisibles en los próximos años. Su análisis es justamente el contrario: “Nunca habrá seguridad si no hay paz. Es la paz la que traerá seguridad”.
El diplomático es partidario de alcanzar acuerdos con la Rusia de Putin y buscar una “agenda común” a través del diálogo. Y se muestra particularmente crítico con la política de doble rasero, que es el “cáncer de la diplomacia”, en relación a la pasividad europea ante la muerte de decenas de miles de palestinos a manos del Ejército israelí, un firme aliado de Bruselas. “No podemos seguir con los ojos cerrados viendo el sufrimiento, la muerte y la barbarie que se está viviendo en Gaza. Nos han inyectado en dosis homeopáticas el horror de la deshumanización absoluta y total. No podemos aceptar que esto continúe”, protesta Moratinos desde su despacho de Nueva York.
El ex diputado por Córdoba no quiso pronunciarse sobre la fábrica de lanzacohetes de Rabanales, que desarrolla la firma Escribano en base a tecnología militar israelí probada en combate en Gaza. Algunos expertos consideran que la factoría vulnera las cláusulas éticas de la UE. “No tengo los datos”, señala. No obstante, sí recordó, como consideración general, que cuando dirigía el Ministerio de Exteriores se estableció un “código de conducta” con la cartera de Comercio que regulaba la compra y venta de armamento. Y se manifiesta favorable a obligar a la industria militar a contribuir con una pequeña tasa que se destine a la lucha contra la pobreza y el cambio climático. “Vivimos un momento crucial y la iniciativa que hemos lanzado tiene todo el sentido”, proclama.